Vinculan el dolor en el pecho y la falta de aire con el riesgo de problemas cardíacos a largo plazo

Por Michael Merschel, American Heart Association News

Catherine McQueen/Moment a través de Getty Images
(Catherine McQueen/Moment a través de Getty Images)

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El dolor en el pecho y la falta de aire podrían ofrecer advertencias distintas de futuros problemas cardíacos en un período de 30 años, según un nuevo estudio.

El dolor en el pecho es la causa de más de 6.5 millones de visitas a las salas de emergencia de Estados Unidos cada año. Incluso así, es poca la investigación que se ha centrado en qué pudiera significar esto durante los años por venir, dijo el Dr. Kentaro Ejiri, investigador principal del estudio, quien es también investigador postdoctoral de Johns Hopkins Bloomberg School of Public Health en Baltimore. De forma similar, dijo él, son escasos los estudios que han examinado las implicaciones a largo plazo de la falta de aire, llamada disnea.

Ejiri y sus colegas se apoyaron en tres décadas de datos y examinaron los vínculos entre el dolor en el pecho, la falta de aire y varios problemas cardiovasculares. El dolor en el pecho y la disnea estuvieron vinculados principalmente al ataque cardíaco, la fibrilación atrial (un tipo de latido irregular del corazón) y la insuficiencia cardíaca (cuando el corazón no bombea bien) en el futuro. El derrame cerebral tuvo menor relación con los síntomas torácicos.

El dolor en el pecho estuvo más estrechamente relacionado con un ataque cardíaco posterior, mientras que la disnea guardó más relación con el riesgo de ataque cardíaco e insuficiencia cardíaca en el futuro. El riesgo parece acrecentarse aún más si se tienen ambos síntomas.

Las conclusiones sugieren la necesidad de considerar el dolor en el pecho y la disnea como señales de advertencia, no solo de una crisis inmediata, sino también de posibles problemas a largo plazo, dijo el Dr. Kunihiro Matsushita, el autor sénior del estudio y profesor de facultad en Bloomberg.

Los síntomas torácicos, incluso leves, fueron relacionados con el riesgo a largo plazo de problemas cardíacos, aunque en menor medida que los síntomas de moderados a severos.

El estudio se presentará el lunes en la conferencia Scientific Sessions de la American Heart Association, que se celebra en Chicago y también de forma virtual. Las conclusiones se consideran preliminares hasta que se publiquen los resultados completos en una revista evaluada por colegas.

El estudio abarcó a más de 13,000 personas sin enfermedad cardiovascular previa, quienes estaban participando en el estudio Riesgo de Ateroesclerosis en Comunidades, o ARIC por sus siglas en inglés. La edad promedio del grupo fue 54 años; el 56% eran mujeres y el 25% eran personas de raza negra.

Luego de evaluar las historias clínicas de los pacientes y de usar escalas de clasificación estándar para dolor en el pecho y falta de aire, los investigadores evaluaron los riesgos de ataque cardíaco, insuficiencia cardíaca, fibrilación atrial y derrame cerebral durante las próximas décadas. Los investigadores realizaron ajustes para tener en cuenta factores como edad, sexo, raza, medicamentos e historial como fumador, los cuales podrían haber afectado los resultados.

Una persona que experimentó la severidad más baja de dolor en el pecho tuvo una probabilidad 21% mayor de sufrir un ataque cardíaco durante los siguientes 30 años en comparación con alguien que no informó dolor en el pecho. Aquellos con el nivel más alto de dolor en el pecho tuvieron un riesgo de ataque cardíaco 83% más alto en comparación con aquellos sin dolor en el pecho.

Las personas que informaron el nivel más bajo de falta de aire tuvieron una probabilidad 30% más alta de sufrir un ataque cardíaco en los próximos 30 años en comparación con alguien que no informó problemas para respirar. Aquellos con el nivel más alto de falta de aire tuvieron el doble de probabilidad de tener un ataque cardíaco.

Los que tuvieron los niveles más elevados de ambos problemas, dolor en el pecho y falta de aire, tuvieron una probabilidad más de dos veces y media más alta de tener un ataque cardíaco que alguien sin problemas. También tuvieron más del doble de probabilidad de tener fibrilación atrial o insuficiencia cardíaca, y un 85% más de probabilidad de tener un derrame cerebral.

Quin Denfeld, una científica enfermera de la Oregon Health & Science University, en Portland, dijo que la mayoría de las personas tienden a pensar de los síntomas como dolor en el pecho como algo que se presenta inmediatamente antes de un suceso grave, como un ataque cardíaco. Pero Denfeld, quien colaboró en la redacción de un reciente comunicado científico de la AHA sobre los síntomas de enfermedad cardiovascular, dijo que el nuevo estudio destacó cómo los síntomas no son siempre tan obvios: "son matizados, son complejos".

Denfeld dijo que la nueva investigación, en la cual ella no participó, sobresalió por su análisis a tan largo plazo de los síntomas y cómo los mismos se superponen. Ella dijo que sería útil ver los resultados desglosados por sexo, y agregó que las clasificaciones usadas para evaluar los síntomas tienen limitaciones respecto a cuánto pueden revelar acerca de los perfiles generales de los síntomas.

Las conclusiones sugieren que los trabajadores de servicios médicos deben ser diligentes en el seguimiento de los síntomas, incluso si son leves, dijo Denfeld.

"Hacer un pronóstico para más de 30 años es algo extremadamente difícil", dijo ella. "Pero incluso el simple hecho de reconocer y documentar los síntomas, y de decirles a los pacientes 'esto es algo a lo que debes prestar atención' parece ser una acción adecuada".

Tanto el dolor en el pecho como la falta de aire pueden indicar un ataque cardíaco, y la AHA señala que las personas no deben dudar en llamar al 911 si aparecen estos síntomas.

Pero incluso problemas que pudieran parecer leves, como la falta de aire al subir una colina, ameritan atención, dijo Denfeld. "Es la forma en que tu cuerpo te dice: 'está pasando algo'".

Esto no significa que algo malo es inevitable, dijo ella. Pero puede ser una señal de que es el momento de un cambio en el estilo de vida, como por ejemplo hacer más ejercicios.

"La conclusión que se desprende es: los pacientes deben prestar atención a sus síntomas", dijo ella.

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