Mientras ocurría el ataque o derrame cerebral, la acción decisiva evitó la tragedia
Una noche de octubre del 2024, mientras preparaba su ropa de trabajo para la mañana siguiente, Whitney Sheffield se inclinó para tomar unos jeans. El mareo fue intenso, mucho peor que la sensación que a veces tenía cuando se levantaba rápidamente.
Suponiendo que probablemente solo estaba deshidratada después un largo día, Whitney pensó que una ducha rápida y un poco de agua lo solucionarían.
Después de todo, tenía 24 años, estaba sana y en forma. Incluso estaba entrenando para una media maratón. Aparte de una secuencia reciente de días de trabajo de 10 horas para terminar un proyecto importante, la vida se sentía normal. Ese jueves por la noche, había comprado una ensalada Tex-Mex para cenar y, luego, se relajó frente a la televisión con su esposo, Tim Dawson.
Sin embargo, los mareos solo empeoraron en la ducha. Mientras estaba acostada en la cama después de salir de la ducha, Whitney de repente empezó a “reír llorando”. Mientras se acomodaban en la cama, Tim se dio cuenta de que hablaba “un poco torpe”, casi como si estuviera algo desorientada. Pensó que estaba bromeando, así que lo dejó pasar.
Pero mientras su esposa seguía haciendo sonidos extraños, Tim la miró directamente a los ojos y preguntó: “¿Está todo bien?”
Whitney gimió.
“Algo está muy mal”, pensó Tim, y la llevó al automóvil.
Poco antes de la medianoche, llegaron al Brigham City Community Hospital de HCA Healthcare, en una zona rural de Utah, a unas 55 millas de Salt Lake City. Tim tomó una silla de ruedas cerca de la entrada y condujo a Whitney hacia la sala de urgencias. Ella ya no podía mover su pierna ni su brazo izquierdos. Tampoco dejaba de tener espasmos.
Whitney todavía atribuía sus síntomas a la deshidratación, pensando: “Que me pongan una vía intravenosa y estaré lista para irme”. Tim esperaba que fuera una reacción extraña a un tatuaje reciente. No obstante, en la sala de emergencias, su puntuación en una prueba de diagnóstico que evalúa rápidamente la función motora y del habla indicó que era probable que estuviera sufriendo los efectos de un ataque o derrame cerebral grave.
Una TAC mostró una obstrucción del 100% en la arteria basilar, un vaso principal que transporta sangre al cerebro. Si el flujo sanguíneo no se restauraba rápidamente, Whitney corría el riesgo de sufrir daños cerebrales permanentes y consecuencias potencialmente mortales.
Whitney intentó preguntar a los médicos y al personal de enfermería: “¿Está seguro?”
Pero sus palabras salieron como un gemido.
Unos 20 minutos después de la TAC, un neurólogo al que el médico de urgencias consultó a través de telesalud confirmó que Whitney debería empezar a tomar un medicamento para eliminar coágulos.
Con una vía intravenosa y sin tiempo que perder, la subieron a un helicóptero médico para un vuelo de 26 millas al Ogden Regional Medical Center de HCA Healthcare, que es un centro de atención primaria avanzado y certificado para ataques o derrames cerebrales que ofrece tratamiento de trombectomía endovascular para pacientes que sufren un ataque o derrame cerebral. Llegó a la 1:27 de la madrugada, según los registros, a un equipo de expertos en ataques o derrames cerebrales.
Cuando Tim llegó al hospital de Ogden, Utah, en automóvil media hora después, el Dr. Shane Weber, radiólogo intervencionista del Ogden Regional Medical Center, ya estaba realizando una trombectomía. Insertó un pequeño tubo flexible, llamado catéter, en la arteria basilar de Whitney a través de su ingle para disolver y eliminar el coágulo.
Whitney, que estuvo despierta durante el procedimiento, se sentía asustada, pero pensó: “Voy a confiar en que el [Dr. Weber] sabe lo que está haciendo, y voy a estar bien”.
De repente, sintió movimiento en su cuello y, luego, un rápido flujo de sangre a su cabeza.
Exclamó “¡Vaya, eso fue una locura!”, con la misma claridad con la que hablaba normalmente.
Los síntomas del ataque o derrame cerebral habían desaparecido. No solo se habían detenido los gemidos incoherentes, sino que también podía mover su brazo y su pierna izquierdos.
“Fue como si ni siquiera hubiera tenido un ataque o derrame cerebral”, aseguró.
Con otras pruebas que se le realizaron en el hospital, se reveló un problema subyacente: persistencia del agujero oval (PAO). Esto ocurre cuando una pequeña abertura entre las dos cavidades superiores del corazón, algo normal en los recién nacidos, no se cierra durante la infancia. La PAO puede contribuir a un ataque o derrame cerebral cuando permite que un coágulo de sangre pase a través de la abertura y se bombee hacia el cerebro, donde bloquea el flujo sanguíneo.
Dos meses después de su ataque o derrame cerebral, Whitney se sometió a una cirugía ambulatoria en el St. Mark's Hospital de HCA Healthcare en Salt Lake City para cerrar la PAO.
Casi un año después, continúa tomando medicamentos anticoagulantes y ocasionalmente sufre migrañas. También dejó de tomar píldoras anticonceptivas hormonales para reducir el riesgo de que se forme otro coágulo.
Tim dijo que todavía se siente traumatizado cuando piensa en la noche en que su esposa tuvo un ataque o derrame cerebral. Pero él y Whitney no pueden evitar pensar también en todo lo que salió bien: los síntomas de Whitney aparecieron antes de que ambos se durmieran. Tim prestó atención a su comportamiento inusual y la llevó rápidamente al hospital. Debido a la rapidez del personal de enfermería y los médicos que coordinan la atención entre dos hospitales, le hicieron una exploración cerebral y recibió medicamentos para eliminar coágulos, transporte en helicóptero y una trombectomía sin retrasos.
Hoy, Whitney ha vuelto a correr. En septiembre del 2025, completó una media maratón.
“Obviamente pensé un poco en eso mientras corría”, dijo Whitney con respecto a su ataque o derrame cerebral. “Estaba muy agradecida de poder seguir corriendo. Todavía puedo tener esta vida normal”.